FREDY GAMBETTA
Hoy, 20 de junio del año de Nuestro Señor de 2010, se da inicio, solemnemente, al año del Bicentenario del Primer Grito de Libertad dado en nuestra Tacna por el Prócer Francisco Antonio de Zela y Arizaga, con una Proclama del señor Alcalde a la ciudad, desde la CASA ZELA, escenario de la gesta libertaria que tuvo lugar el 20 de junio de 1811.
Los tacneños, y peruanos residentes en esta ciudad, que el Caplina riega, nos sentimos felices de poder contribuir a que el Bicentenario, de la rebelión del pueblo tacneño, encabezada por Zela, hace doscientos años, pueda celebrarse por todo lo alto, durante un año. Los fastos culminarán el 20 de junio de 2011.
Para ello, mediante un Acuerdo del Concejo Municipal, de la provincia, se ha formado una COMISIÒN MUNICIPAL DEL BICENTENARIO, que la preside el señor doctor Luis Cavagnaro Orellana, historiador, profesor universitario y actual Director del Archivo Regional, del que es fundador y Director Emérito. Al doctor Cavagnaro lo acompañan un grupo de personas, tacneñas y no tacneñas, que conforman más de veinte comisiones de trabajo encargadas de asuntos históricos, de promoción cultural, protocolo, publicaciones, tesorería, seguridad y demás así como de convocar a un concurso para la construcción de un monumento a la esposa del Prócer, doña María Natividad Siles de Antequera y Laso de la Vega, prototipo de la mujer tacneña.
Si bien es cierto que resaltar a Zela y a sus acompañantes es una obligación, nunca lo suficientemente cumplida, no es menos el hecho de que, por primera vez, con ocasión de este Bicentenario, los tacneños podamos personificar, en una dama, el ejemplo de lo que es la mujer tacneña reconociendo su aporte a la historia local y nacional.
La esposa de Zela fue madre de diez hijos. Mujer adinerada, cónyuge de uno de los más importantes vecinos, como lo era el prócer, integrante de una familia que era propietaria, entre otras, de una bella casona ubicada en el corazón de Tacna. Ella apoyó a su esposo en la gesta a raíz de lo que, con su detención y destierro a Panamá, no solamente lo perdió a él sino también a uno de sus hijos que acompañó a su padre al ostracismo.
Doña María Natividad pese a que sufrió tal desgracia volvió a apoyar a los insurrectos que se levantaron por segunda vez, liderados por Enrique Paillardelli, el 3 de octubre de 1813, prestando su residencia que, finalmente, perdió debiendo dejar su pueblo natal para vivir en Ilabaya. El temple de la esposa de Zela, su valentía, su amor al esposo y a la libertad, sirvió de inspiración, años más tarde, a la mujer tacneña que tuvo que soportar el largo cautiverio en poder de los chilenos. Mujer tacneña fue la que mantuvo el amor a la patria en el seno del hogar; la que enseñó los valores peruanos y enfrentó los avatares, de la vida doméstica, cuando los hombres debían abandonar su tierra a exigencias del invasor. Por ello, una subcomisión, es la encargada de que Tacna levante un monumento a tan grande mujer hasta hoy olvidada.
Tacna no pudo recordar y celebrar, como la fecha histórica lo exigía, el centenario del Primer Grito de Libertad. En 1911, los tacneños vivían una de las etapas más duras de la ocupación. Los chilenos habían decidido chilenizar Tacna teniendo como objetivo que nunca más fuera peruana.
En Lima se formó una Comisión Nacional, presidida por el Patriarca de las Letras Peruanas, entonces, don Ricardo Palma e integrada por los más notables intelectuales limeños o que residían en la capital. Similares comités se formaron en varios departamentos del país. Por un acuerdo del Concejo Provincial de Lima se designó con el nombre de Zela a la plaza que, años más tarde, se llamaría San Martín, en el corazón de la capital. En todos los pueblos de la república se realizaron actos patrióticos en las plazas públicas, y en los concejos municipales, para resaltar el centenario de la gesta del pueblo tacneño. ¡Qué ironía ¡ En aquel 20 de junio de 1911 el pueblo, donde había amanecido la libertad, se encontraba cautivo.
Durante años, muchos años, se ha mantenido en silencio la gesta de Zela al que acompañaron los Caciques de Tacna, José Rosa Ara y de Tarata, Ramón Copaja, así como otros criollos y mestizos tacneños. Un silencio cómplice, inaudito. En los textos por el Sesquicentenario de la Independencia no se dedica un tomo al grito de Tacna siendo que fue el único pueblo que, con toda justicia, nos reivindica de aquella afrenta que ha significado la obligación de cantar la estrofa apócrifa del Himno Nacional que dice, en unos versos", "Largo tiempo el peruano oprimido la humillada cerviz levantó…." o aquello de que "más apenas el grito sagrado libertad en sus costas se oyó la indolencia de esclavo sacude…". Como si los peruanos hubiésemos tenido que esperar que llegara la Expedición Libertadora, que encabezó el General José de San martín, para ser libres. Una libertad regalada, una gracia de los vecinos.
Nos han pretendido siempre presentar como indolentes y sumisos. Olvidan las rebeliones de los indios apenas producida la conquista, la rebelión de Tupac Amaru y, sobre todo, la única que tuvo como su razón de ser la libertad de España, el grito de Tacna.
Bolivia ha celebrado como bicentenario de su independencia la revolución de Murillo, de 1809, cuando en verdad fue creada, como república, en 1825. Nosotros no seríamos tan osados de decir que con Zela y los tacneños se alcanzó la libertad, en 1811, pero si afirmamos, con todo derecho, que fue el primer eslabón de una serie de acontecimientos que culminarían el 28 de julio de 1821, en la Plaza Mayor de Lima y se coronarían, definitivamente, en los campos de Junín y de Ayacucho en 1824.
El año 2011 debe denominarse "AÑO BICENTENARIO DEL PRIMER GRITO DE LIBERTAD DADO EN TACNA". En esa campaña estamos todos los tacneños, sin excepción.