SIN TECHO
Es cierto que las comarcas antes estancadas, empiezan ahora a renovarse con un ritmo cada vez más acelerado que debemos orientar en sus aspectos positivos. Asimismo cabe mencionar otros obstáculos, para la formación de vigorosos grupos nacionales independientes de industriales, comerciantes, administradores de empresas, profesionales, empleados, obreros o campesinos, por una maraña de distintos factores, entre ellos:
1º El efecto inhibidor de los enclaves antiguos o modernos como por ejemplo, los de las islas formadas por los anexos de algunas haciendas y minas cuya autosuficiencia coactó los medios de vida en las provincias adyacentes; 2º La importancia decisiva otorgada a la expansión de las exportaciones tradicionales para la renta del Estado y de los grupos privados, lo cual repercutió sobre el ingreso nacional; 3º La poca confiabilidad que lleva en sí, hasta ahora el juego de la política; 4º La inestabilidad o variabilidad en el funcionamiento del Estado, a pesar de las eventuales tendencias de quienes manejan este aparato con enérgicas acciones.
El economista holandés Fritz Wils en su libro "Los Industriales, la Industrialización y el Estado-Nación en el Perú", expresa que desde la independencia, hemos formado aquí una "sociedad sin techo", una sociedad marcada por un Estado económicamente débil. Ya no lo es por supuesto ya que por el contrario, se ha convertido en una entidad económicamente fuerte, sociedad marcada además por un alto grado de privatización del poder público y también por un proceso no bien regulado de penetración extranjera. De ellos surgió históricamente –dice Wils-, una redistribución muy limitada del poder, de las riquezas y de los ingresos.
Algo de especial trascendencia viene a ser la realidad en la que, insisto una vez más, el mercado nacional resultó muy estrecho y que por lo tanto, no logró desarrollarse en forma dinámica y autónoma una poderosa industrialización nativa. Sin discutir ahora en qué medida lo ocurrido en los últimos años atenúa o cambia el diagnóstico de Wils, no cabe duda de que debemos cerrar el techo de la sociedad peruana, pero debemos saber cómo hacerlo. Si no lo conseguimos, lo pagaremos muy caro.