Señor General Germán Ruiz Figueroa, Jefe de ORDETAM;
Señor Ingeniero Alberto Sacio León Guevara, Presidente de CADE 79;
Amigas y Amigos todos:
Cumplo con un deber elemental al agradecer en nombre de Tacna el hecho simbólico de que el Instituto Peruano de Administración de Empresas haya escogido por primera vez en 1979 a esta ciudad como sede de su reunión llamada CADE. Son tan obvios como visibles y nobilísimos los motivos para dicha actitud, que creo inútil repetirlos porque vibran en lo más limpio de la conciencia de todos los peruanos aquí reunidos. A quienes en la vigorosa y dinámica entidad llamada IPAE, escogieron a Tacna y a quienes han acudido a esta cita, prestigiándola, puede decírseles con una frase de José Martí: "Honrar, honra".
La décima octava Conferencia Anual de Ejecutivos tiene especial interés por los difíciles temas que va a discutir, agrupados alrededor del inquietante nombre "Perú: Problemas y Soluciones". La elección de esta sede y las sesiones que hoy empiezan aquí en fecha alejada de la mística y de la liturgia multitudinarias en cada 28 de agosto, implican tácitamente un llamado no al actual sino al próximo Gobierno, a los partidos políticos, a la ciudadanía incluyendo a la misma colectividad tacneña, para que valoricen objetivamente sin retórica, la singularísima importancia histórica, geopolítica y social de Tacna, departamento cuyas fronteras colindan no con uno sino con dos estados, de un modo u otro, relacionados con el Perú a través de mucho tiempo.
Es además, el único departamento de nuestra costa que no tiene puerto. De todo lo cual se deduce que si en los verdaderos peruanos, hay o debe haber solidaridad con el drama, de la mediterraneidad de Bolivia, lógico es que sean conscientes también de la relativa y empequeñecida mediterraneidad de Tacna. Ojalá sea posible promover en el futuro inmediato una reunión con el objetivo específico de analizar este asunto de interés no sólo local o regional sino además nacional.
Agradezco también la distinción simbolizada por el encargo de que haga uso de la palabra en la reunión de hoy. He aceptado tan grande honor tratando de superar dificultades y deficiencias que afectan mi salud pero no socavan mi voluntad: Vuelvo, como en una romería, a experimentar la emoción de estar en mi terruño. Regreso pues, para escuchar de cerca las voces misteriosas de tantos recuerdos imborrables, envueltos a veces en lágrimas o en sangre; y para encontrarme una vez más, con mis amigos y paisanos. Hacia ellos guardo un afecto que mis muchos años no hacen sino ahondar. Nunca les he pedido nada y nada les pediré en el futuro sino, como ahora, un igualitario cariño fraternal y por encima de cualquier vocinglería, quisiera colaborar con ellos para que tratemos de que se cumplan plenamente los anhelos por el progreso agrícola y urbano, económico y social, educacional, cultural artístico y moral de Tacna.
Fui terco al hurgar desde los dieciséis años en el campo del pasado nacional, sobre todo en la época republicana y esa porfiada tarea fue la razón de ser para mi existencia intelectual, anheloso siempre de no inyectar en los muertos mis pasiones y mis dogmatismos . Dicho período era, entonces, una selva no destrozada que casi nadie se atrevía a transitar. Ahora muchos, dentro de mejores circunstancias y más favorables condiciones, allí cómodamente laboran; y acaso; algunos han olvidado las penurias de antes y los estímulos que pudieron recibir o la semilla o la apertura que en algo les sirvió quizás.
He aprendido que es de veras histórico, únicamente lo que en un sentido fundamental y, de un modo u otro, repercute sobre nuestra época.
El presente está repleto de pasado y preñado de porvenir. He aprendido también que en el Perú no hay una unidad geográfica, ni racial, ni lingüística; pero que esta comunidad histórica, que enmarca las vidas de todos nosotros querrámoslo o no, se ha ido haciendo penosamente en una marcha multisecular llena de contradicciones y dentro de una realidad multiétnica y una gran pluralidad de características y dentro de una trayectoria que, en tales o cuales momentos, pudo parecer que florecía y en otras ocasiones, en más de una oportunidad, quedó en honda desolación para luego, a pesar de todo, seguir una vez más. En suma, aunque es tan rico y tan complejo el pasado del Perú, lo que importa sobre todo no es lo que fuimos sino lo que, si, venciendo la inextinguible capacidad nacional para buscar la propia agonía espiritual con el yaraví de la autoflagelación y de la autonegación, o para soplar en el futuro del encono, pudiéramos ser si de veras lo quisiéramos.