LA BUROCRACIA
En el libro "Chile 2010", un estudio sobre lo que el país vecino podría ser al cumplir doscientos años de su independencia, publicado por la Universidad Católica de Santiago en 1976, hállase un trabajo de Pablo Hunneus. Llama al Estado inmensa bestia dominada por la manía del control, del centralismo y de la estudiomanía irresoluta. Señala que, para otorgar autorizaciones destinadas a cualquier quehacer, se pierde en trámites menores; y que muchos asuntos demandan por lo menos veintidós aprobaciones y certificados de veintidós oficinas mientras corren y corren los meses. Recuerda los papeleos interminables de una burocracia que carece de normas coherentes y que no tienen un propósito fijo. Aduce también Hunneus que lo hecho por un ministro lo contradice otro, aun en un mismo Gobierno. De esto último tengo dolorosas experiencias personales y muy cerca de una de las más amargas estuvo mi estimado amigo Alejandro Tabini, aquí presente.
Estas críticas y otras pueden ser certeras. No es viable, sin embargo imaginar por ahora, la eliminación del Gobierno. Más bien, es dable tratar de que el poder público no resulte un amo arbitrario sino siempre un servidor eficiente de la colectividad, aunque sea no sólo administrador sino, además, regulador y productor. El mismo Hunneus anuncia para el año 2010, el aceptable funcionamiento en Chile de un nuevo Estado con cuatro áreas de poder: el Poder Político, el Poder Técnico, el Poder Regional y el Poder Judicial. Asimismo propicia, y estoy de acuerdo con él organismos transitorios para objetivos específicos o sea la adhocracia, el funcionarismo limitado a labores por corto plazo.
La adhocracia es una palabra que apareció en el libro de Alvin Toffter FUTURE SHOCK.
El Estado empezó en nuestras tierras, con características que Max Weber ha llamado patrimonialistas. Lo cual equivale a decir que el rey gobernó por una gracia especial y permanente a él conferida; y sus servidores de él y sólo de él recibieron la autoridad. Ese concepto, en una u otra forma, en tales o cuales etapas posteriores, en el Siglo XIX o en el Siglo XX, ha reaparecido con intermitencias, a pesar de la Batalla de Ayacucho y de nuestro repudio a Fernando VII.